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martes, agosto 17, 2004

Y qué si son puros cuentos ... Por Arturo Novelo

Algunas veces podríamos regalar fantasías sin previo aviso, engañando directamente...


Gabriel, ese libro suyo que acabo de leer ha despertado mis ganas de escribir las anécdotas fugaces que se me perderían en el tiempo, y de inventar otras cuantas, o de revolver las dos cosas en un mismo texto, tal como usted lo hace. Sus Fragmentos del gran zoo y otros cuentos invitados (UNICACH – Juan Pablos), son como un ejemplo que dice: velo, así se hace, se puede.

Quise leer su libro desde hace unos meses, cuando encontré en Tertulia (Revista de la UNICACH) una entrevista de Rubén López Roblero con usted. Será porque la trascripción de aquella plática constituye precisamente una invitación a leer y escribir, a través del relato de cómo Gabriel Hernández ha aprendido a disfrutar de esto.

Un día descubrí que tenía, junto a otros libros que también espero llegar leer, su Fragmento del gran zoo. Lástima que por ahora me tengo prohibido leer algo que no tenga que ver con mi tesis, me dije. Pero luego de revisar el Antiprólogo obligatorio determiné hacer una excepción.

Es que esa partecita es sumamente divertida, tanto que parece ficción, como si cada pieza hubiera sido colocada en su lugar para luego hacerlas pasar por reales. Después de leer la carta en que usted solicita a su amigo que escriba el prologo, las pestes que tan frescamente dice de usted ahí y la posterior nota del editor –que quisiera saber quién es- donde pone en evidencia al primero, uno queda tentadísimo a leer los cuentos referidos.

Por aquellos días me fui a Yucatán a visitar a mi familia, así que luego de leer los primeros títulos aquí, en el camión los consulté en desorden, guiándome por lo más llamativo del índice, ya que decidido a regalar el libro a mis hermanos menores pensé en leer lo más que pudiera. Pero me arrepentí y regresé leyéndome otros cuentos y hoy terminé con El décimo hombre. Ya se habrá dado cuenta que llevé la lectura lenta y no de “una sentada” como Rubén, su entrevistador de Tertulia. Pero disfruté cada cuento por separado. Varios me gustaron y creo que mi favorito será Teibol, ese hay que leerlo otras veces, recomendarlo.

Respecto a El décimo hombre me sorprendió la travesura del personaje que hace pasar por realidad una ficción con tal tranquilidad, justo como he fantaseado en ocasiones con hacerlo. Pues como usted dice en aquella entrevista, el que escribe anticipa: te voy a contar un cuento, una mentira. Pero pienso que algunas veces podríamos regalar fantasías sin previo aviso, engañando directamente pero de una manera que despierte la imaginación y deje al receptor de la ficción poner las partes que crea que hacen falta, como le sucedió al engañado en su cuento.

Claro está que esas son ocurrencias que pueden tener o no qué ver con el ejercicio literario. Por eso antes de salirme del tema lo felicito por su trabajo y le agradezco el buen rato que me ha hecho pasar con sus cuentos, así como su invitación indirecta a leer y escribir.

Pues bien, Gabriel, espero encontrarme pronto con otro libro suyo. Hasta entonces.

Arturo Novelo González