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martes, agosto 17, 2004

Relato De Un Sabado Capitalino... por Niño Alex

No hay nada mejor que un sábado en el D.F. (como decía chava flores), comienza el día y es inevitable no desayunar en el mercadito más cercano y atorarse unos 3 increíbles tacos de papa. Sin miedo a exagerar son los tacos más ricos que he probado en mi vida, pero hay un problema y es el de bajar tal calibre de grasa por la garganta porque podemos correr el riesgo de morir atorados por un taco de chorizo (mejor siéntense a escuchar la historia) pero a grandes males pus un litro de horchata bastara para destapar ese pequeño bocadillo.

Mientras comemos nuestros sagrados alimentos nadie habla, solo disfrutamos del menú y hacemos sonidos de aprobación sin utilizar ninguna palabra, y al terminar más pesado que como llegamos lentamente pagamos nuestra cuenta e iniciamos nuestro recorrido por el tianguis donde la curiosidad será nuestro guía.

Intercambiamos percepciones y exigimos el libre tránsito de entes, así llega las 12 del día es entonces donde ya cargados de piratería además de cosas inútiles que después nos arrepentiremos de haber comprado nos ataca el sentimiento de evacuar y regresamos a la cueva, a la casa.

En el depa descansamos los pies pero no la vista porque ponemos la atención en un aparato que nos adormece la realidad o jugamos a ser futbolistas, a ser un cabrón muy violento que no sabe nada más que resolver sus problemas a balazos, hacemos carreritas en nuestros autos de formula 1, depende del disco que este puesto.

También hablamos de cualquier tema porque siempre es hay un buen tópico que desarrollar, siempre hay algo que opinar, todo es válido mientras no cauce un esfuerzo como el de pararse o caminar.

Y entre plática llega el retorcijón de las 2 de la tarde, no hacemos mucho caso hasta que el de las 3 nos obliga a movernos para buscar alivio y así volvemos a caminar pero el escenario ahora cambia. Para empezar es techado, con clima y hay cientos de personas tratando de satisfacer sus necesidades como la de compañía, hambre o diversión.

Nosotros solo tenemos derecho a lo que el bolsillo pueda pagar, pero todo sacrificio a futuro es nada con tal de alimentar un ego y ¿por qué no? Adoptar un lujo. Entonces ahí estamos sentados tratando de decidir que elegir (ningún local nos ofrece comida digamos nutritiva peor que más da), y la respuesta es muy predecible.

Será en una cadena de fast food, y su nombre es Murder King. Me quejó del capitalismo y todo lo que trae pero ahí estoy sentado ya terminando mis alimentos así como disfrutando del refresco de cola mundialmente conocido esperando entrar a una sala de cine donde pagaré el sueldo de miles de personas con un solo billete de 50 pesos.

Todo es bajo un clima de armonía, de relajación total, disfruto las imágenes que pasan en esa obscuridad provocada. Te ríes, piensas, reflexionas o simplemente respiras, cualquier reacción claro depende el usuario en turno o el nivel de apreciación hacia dicha obra.

Todo termina como empezó con letras en la pantalla, se fueron los retratos animados y regresó la luz. Una persona uniformada nos acarrea como vacas (o weyes) indicando la salida donde la gente se arremolina, poco a poco quedan menos consciencias atrapadas. Es como cuando le jalas al baño y piensas muy dentro de ti que esa cosa que procreaste nunca se ira, pero efectivamente lo impensable ocurre cuando con una buena dosis de fuerza todo desaparece, ese es el mismo sentimiento al ver a tanta gente que tiene que pasa por una pequeña puerta.

Salimos de ese complejo y el techo (que no es blanco) es de nuevo el de la naturaleza, son alrededor de las 9 de la noche y en esa ciudad las opciones sobran pero las ganas de reventar en una peda es frenada bajo el pensamiento (muy razonable y lógico) de: ¿Cómo iremos al antro, al bar, al tugurio?.

Es necesario el transporte privado para salir, porque el público es caro sobretodo en las noches. Teniendo esto en cuenta el sábado puede terminar en la casa pero si hay suerte se consigue salir de noche, los resultados pueden cambiar tomando en cuenta que son muchos los factores que se deben conjugar para que todo resulte con un buen final.

Es gracioso el recordar muchos finales de sábados, ya que muchos cierran con broche de oro como el escuchar cantar a una amiga una canción de karina o de Yuri, siendo el punk su estandarte mientras dure su sobriedad. En fin, es sábado en la noche y no me puedo quejar, buenas pláticas, comidas en algunos casos muy recomendables, lazos de amistad que se unen (sin puterias pues), que más se puede pedir.

Mmmmm ya se que hay mejores finales como el de tener sexo con una chava o con dos, o tres pero esta es mi historia. He sido sincero y no mutilaré mis recuerdos para satisfacer a los lectores pero si ustedes lo desean pueden añadir al gusto los ingredientes y personajes para su sábado de ensueño.

NiÑo aLeX